Todas las películas tienen fisuras en su guión que hacen que las historias sean eso: de película. En cualquiera de ellas hay soluciones más fáciles y a veces hasta evidentes a los problemas planteados y para los que el cine (y si es una megaproducción de Hollywood todavía más) requiere la intervención de apuestos galanes, bellas heroínas y malvadísimos villanos en medio de un sin fin de explosiones persecuciones y duelos que se resuelven in extremis.
Evidentemente, el episodio IV de la saga galáctica se podía haber resuelto en unos segundos pero entonces ya la cosa no tendría tanta chicha.